Durante los primeros años de su carrera, Luz Celenia Tirado era reconocida por sus compatriotas y el público hispano establecido en Nueva York bajo el calificativo de «La Dama de la Trova», pues así la presentaban los productores de las audiciones radiales en que participaba y la promocionaban los empresarios que la llevaban a los teatros hispanos de la Gran Urbe. Obviamente, entonces la canción campesina era primordial en su repertorio. Y no tenía secretos para ella, quien además de haber nacido dotada con una voz clara, melodiosa y afinada, se proyectaba como excelente improvisadora. Sin embargo, a partir de la década de 1960 se reveló como prolífica creadora de hermosos boleros y valses criollos, teniendo en Odilio González «El Jibarito de Lares» el primer y más fiel intérprete de ellos. Ante su éxito en la faceta autoral, ya no resultaba lógico identificarla exclusivamente con la trova. Pero, como sus composiciones evidenciaban un fuerte sabor a campo – independientemente del género en que cada una fuera concebida – aquel remoquete original dio paso al de «La Jibarita de las Lomas».
Aunque vio la primera luz en el pueblo de Guánica, Luz Celenia Tirado se proclama “sangermeña de pura cepa”. Tenía 53 días de nacida cuando sus padres, Juan Tirado Vélez y Eufemia Santiago Suárez, regresaron a su natal San Germán – «La Ciudad de las Lomas» – para establecer su hogar. Aquí nacieron sus 11 hermanos menores y transcurrió su infancia y temprana juventud. Y, como la mayoría de los artistas populares, no sólo puertorriqueños, sino del mundo entero, dio rienda suelta a la vocación musical que le floreció siendo niña participando en funciones estudiantiles. Muy curiosamente, al decidir emprender su trayectoria, de manera formal, en el ambiente de la farándula, la gran oportunidad que se le brindó fue en una faceta ajena a la música. Específicamente, integrando el elenco de actores que dramatizaban las radionovelas que Pedro Ojeda dirigía en la emisora WPRA, de la aledaña ciudad de Mayagüez, en 1949.
Pero, una feliz circunstancia surgida durante su desempeño en aquella labor le abrió el camino hacia el mundo de la canción. Resulta que cierta vez se necesitó de un trovador que interpretara unas décimas en el capítulo del drama que se transmitiría aquel día. Debido a que ninguno de los que se llamó estuvo disponible en el momento preciso, ella tomó la iniciativa de cantarlas. Tan bien lo hizo, que rápido fue contratada para actuar fija en el programa diario “La hora campesina”, recibiendo un sueldo de $15.00 semanales. Para aquellas fechas, alternaba su actividad artística con su oficio de costurera en los talleres de Santiago R. Palmer. Más adelante fue atracción permanente de “Serenata en el campo”, originado en la misma estación y fue habitual en las orquestas mayagüezanas de los pianistas Abdías Villalonga (cubano) y William Manzano y en el combo del trompetista Toño Vega. En dichas organizaciones, que disfrutaron de gran popularidad en toda la región Oeste, vocalizaba boleros, guarachas y merengues.
En 1956, Luz Celenia Tirado se vinculó al programa “Fiesta en el batey”, que Nelson Cortina Ramos producía y animaba en la WAEL, también en la llamada Sultana del Oeste. Su popularidad creció a tal punto que, en 1958, fue contratada para debutar en el Teatro Puerto Rico, en Nueva York. Por sus varias presentaciones cobró $150.00, más los pasajes de ida y vuelta. Este último no lo utilizó, porque el intenso ambiente artístico hispano que desarrollaba en aquella metrópoli la fascinó tanto que decidió quedarse. Mientras se esmeraba por conseguir oportunidades para actuar en otros escenarios, se empleó en una empresa embotelladora de perfumes. Poco a poco fue encontrando cabida en centros nocturnos y programas radiales.
Hacia 1960, el ya destacado Odilio González – con quien había entablado amistad en Puerto Rico – la recomendó al mexicano Mario Hernández, propietario de la disquera BMC Records que lo tenía bajo contrato. El referido empresario la vinculó a su empresa, en la cual ella llegaría a ejercer el cargo de gerente del Departamento de Almacén. En el interín, se convirtió en una de las principales surtidoras de repertorio a los artistas de la etiqueta. A Odilio, por ejemplo, le cedió muchas de las canciones que consolidarían su categoría estelar: “Amor en pedazos”, “Cuando veas mi retrato”, “Residuos”, “Si supieras” y el vals “Dos lazos” (1963); “Imploración”, “Ayúdame a olvidarte”, “Con mi cariño”, “Que el mundo se entere”, “Por la radio”, “Quiero” y “Una tercera persona”; los valses “Embriagame”, “Eres todo para mí”, “Raíces” y “Recházame”; la criolla “Tinta negra”; el joropo “De mi brazo por la vida” y la balada “Endúlzame la vida” (BMC/Dial, 1966); “Tú no sabes querer” (Velvet, 1973); “Cansancio” (Velvet, 1978); “Cuando tú no estás” y “penando” (Velvet, 1979); “Adiós amor” y los seises “El hombre del campo” y “Versos con sabor a campo” (1980); “Kikirirí”, canción jíbara (1981), etc.
A principios de la década de 1970, BMC Records editó dos álbumes exclusivamente con composiciones suyas: “La Lloroncita interpreta a Luz Celenia” y “José Ángel Ortiz «El Cartero Que Canta» interpreta a Luz Celenia”. Más tarde se le brindó la oportunidad de perpetuar su voz en el disco. A las alturas del 2005 habría grabado cerca de una decena de álbumes, algunos para el sello Campo Records, del pintoresco Ismael González «El Loco de los Milagros».
En 1971, a raíz de haberse casado por segunda vez y debido a que el frío invernal afectaba su salud, retornó a Puerto Rico. Entonces comenzó a trabajar como administradora de la tienda de discos que el pintoresco Ismael González «El Loco de los Milagros» mantenía en la Calle Cerra, Parada 15. Al venderse aquel establecimiento en 1975, se estableció definitivamente en San Germán. Sin embargo, su figura no ha perdido vigencia en el ambiente artístico hispano de la Gran Urbe. En 1986, el entonces alcalde Edward Koch proclamó la “Semana de Luz Celenia Tirado en Nueva York” (septiembre 15 al 21), culminando tal distinción con un homenaje en el exclusivo Beau’s Restaurant, en Bronx. Aquí se le otorgó un pergamino en el que se le declaraba “Sangermeña del Año”. Un día antes (septiembre 20), por gestiones de la Fraternidad de Sangermeños Unidos de Nueva York, se bautizó con su nombre a un edificio situado entre la Calle 145 y la Avenida Brook, mismo que es parte del complejo de edificios de las Organizaciones Unidas de Bronx (OUB).
A partir de 1972 se desempeñó como directora del Departamento de Relaciones Culturales del Municipio de San Germán. Y en la costa oeste del País ha establecido talleres de música campesina para niños y jóvenes. En 2015 se jubiló del servicio público aunque se mantiene activa en los escenarios nacionales. Ese mismo año la editora ACEMLA le publicó una nueva producción disocgráfica titulada “Por retenerte”.
Lista parcial de los intérpretes de sus composiciones
(aquellas cuyo género no se especifica son boleros):
• Quetcy Alma Martínez «La Lloroncita»: “El sentir de todos”, “Noche borincana”,
“Risas y llanto” y las décimas “Papito en Vietnam” (Pop Art, 1967); “Mi cariño se
está muriendo” (Futuro, 1969).
• Lucha Villa: “Una tercera persona” (Musart, 1967).
• Aníbal Ángel, pianista colombiano: “Tú no sabes querer” (Fuentes, 1968).
• José Miguel Class: “Si no hubiera Dios” (Liznel, 1972).
• Sophy: “La tierra donde se nace” (Velvet, 1986).
• El Súper Trío en voz de Luis Valentín: “Más de mil veces” (Campo, 1988).
• Felipe Rodríguez «La Voz» y su Trío Los Antares: “Ultimátum” (xxx / Utar, 1988).
• Trío Los Condes: “Tilín, tilín navideño”, guaracha (Gema, 1973).
• Anthony Ríos: “Dos lazos” y “Eres todo para mí” (Montaño, 1998).